Dar voz a las juventudes no solo implica escucharlas, sino también brindarles espacios donde sus palabras se transformen en acciones que inspiran. Invitamos a Ash Hyrcan, a quien conocimos a través de nuestro proyecto Conquista Joven, a reflexionar sobre el contexto que vivimos, los desafíos de la democracia y cómo cada ciudadano puede contribuir a un Paraguay mejor.
En este artículo, cada frase nos interpela y nos invita a seguir actuando ante los desafíos que enfrentamos donde la juventud emerge como un faro de esperanza y cambio. Las experiencias y perspectivas de los jóvenes no solo pueden inspirar, sino que también son un fuerte llamado a la acción.
Por Ash Hyrcan
Como personas en situación de Paraguay, el dolor es algo a lo que cada vez le tenemos más costumbre: baches en numerosas calles, medicamentos insuficientes en hospitales públicos, falta de rubro para docentes en escuelas públicas, transporte público impuntual e inseguro; el veneno de la corrupción corroe nuestra tierra y mientras más permea en ella, mayores son las consecuencias. Pero ese dolor no nos mueve, ¿o sí?
Por el mero hecho de existir en libertad dentro de nuestro país, somos agentes de la democracia. Nuestros actos determinarán si serán en perjuicio o beneficio de la misma. Pero, ¿cómo esperar la lucha por parte de quienes simplemente intentan sobrevivir? Desorientados entre tanto ruido mental nos ahogan los pesares: “¿qué me importa la derogación del FONACIDE? “Tengo deudas que pagar”, “no puedo faltar al laburo para manifestarme por la falta de colectivo”, o “total ellos se tapan todo entre sí”. El sistema que a través de sangre, corrupción y narcopolítica tan mañosamente se introdujo en las bases de nuestro sistema democrático, nos llevó a decir “vivimos en una dictadura”. Pero esto no es cierto, aún.
Nuestras ventanas no permanecen abiertas, porque los criminales roban desde la calle, y también usando traje y omitiendo millonarios ingresos en sus declaraciones juradas. Podemos salir con carteles a las calles porque nuestro Estado así lo avala, así como invita al acceso a la información pública. No vivimos en una dictadura. Las palabras de disidencia no terminan directamente maniatadas y sumergidas en piletas, pero arrancan de sus cargos electivos a quién no concuerda y descartan votos de confianza de miles de electores. No vivimos en una dictadura, pero no debemos bajar la guardia. Prácticas autoritarias, como el proyecto de ley “Que establece el control, la transparencia y la rendición de cuentas de las organizaciones sin fines de lucro” son señales de alerta que no debemos ignorar.
A pesar de un paisaje tan desalentador, donde este pútrido veneno contamina nuestros pensamientos para evitarnos despiertxs, como plantas en las veredas rotas, surgen lxs jóvenes que buscan dejar un Paraguay mejor. Existen numerosas maneras en las cuales la juventud toma parte en la protección y el fortalecimiento de la democracia. A lo largo y ancho de nuestra República, desde los diferentes estratos sociales existen semillas en constante germinación. Desde estudiantes que se reunieron para monitorear inversión pública en educación hasta jóvenes investigando sobre la falta de protección de datos en el sector privado y activistas que invitan a revoluciones con su arte; hay distintas formas de ejercer democracia desde la realidad de cada persona.
Nuestro rol es crucial en las estructuras democráticas de las cuales somos parte. Nuestra participación favorece la lucha contra la desinformación, la igualdad de género y el desarrollo sostenible; pues desde nuestra diversidad, lideramos movimientos que inevitablemente tienen conflictos, y buscamos la manera de resolverlos a través de nuestras diferencias. Buscamos no repetir los errores del mismo sistema que buscamos mejorar.
Conversá con tus amigxs, tu pareja, tus padres, la persona con quién hace dos horas y media estás esperando colectivo en medio del humo, con tus profesores, con tus colegas, con quien prefieras. Pero hablá de tu realidad, escuchá la de lxs demás, a veces una simple conversación es una revolución. Desde arriba no se extenderá una amable mano para colocar antídotos a nuestra tierra, aún hay tiempo de que hagamos primavera.
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio web de Alma Cívica. Contiene opiniones expresadas por el autor y no necesariamente refleja las posturas o ideas oficiales de Alma Cívica. Las opiniones aquí expresadas son de carácter personal y no deben considerarse como declaraciones representativas de la posición institucional de la organización. La diversidad de perspectivas es bienvenida en nuestro espacio, y animamos a nuestra Red a expresar sus puntos de vista individuales, reconociendo que estas opiniones son atribuibles únicamente a los autores respectivos.