El consumismo es una problemática que está ganando cada vez más terreno en la sociedad, especialmente entre los jóvenes. Desde la romanización del consumo irresponsable, la necesidad de sustituir lo viejo por lo nuevo y la influencia del marketing en redes sociales, esto se vuelve cada vez más insostenible.
Es crucial tener en cuenta varios puntos al hablar sobre el consumismo, pero, ¿realmente cuestionamos el impacto que tiene este en la salud mental de los jóvenes y, no menos importante, en el medio ambiente?
Cuando hablo de “consumismo”, me refiero a la tendencia que tienen los consumidores de adquirir productos de manera excesiva e incluso innecesaria. Esta “cultura”, normalizada por las industrias, resulta en la explotación de recursos económicos, materiales y ambientales.
Es relevante destacar que el consumismo afecta a todas las personas en el planeta, ya que vivimos bajo un sistema de producción masiva y de consumo, donde el marketing y la publicidad influyen en los hábitos de compra.
Las redes sociales desempeñan un papel muy importante en la vida de los jóvenes hoy en día. No es un secreto que ha cambiado considerablemente la forma de comunicación entre las personas, así como la manera en que se adquieren productos o servicios. Siempre ha habido figuras de “admiración”, ya sean estrellas de cine, escritores, cantantes o artistas. Estas personas desempeñan un papel fundamental al influir en los jóvenes con sus gustos o nuevas tendencias a seguir, incluso creando comunidades con personas de gustos similares.
Pero esto se ha vuelto una manera más sencilla de publicitar y vender, gracias a las “influencers” que comparten enlaces directos para adquirir productos, llegando incluso a la publicidad subliminal.
Esto crea un conflicto bastante complejo en los jóvenes, ya que muchas veces su realidad es completamente diferente a lo que ven en estas plataformas. La comparación del estilo de vida que desean alcanzar genera una necesidad de compararse, y esto les frustra si no obtienen la satisfacción que pensaron que tendrían al obtenerlo.
“Además de tratarse de una economía del exceso y los desechos, el consumismo es también, y justamente por esa razón, una economía del engaño”, Zigmunt Bugman.
Esta frase de Bugman, de su libro “On Education”, refleja una realidad muy actual. Propone que el consumismo, más que ser una economía de excesos, crea el sesgo de satisfacción momentánea.
Es importante comprender el impacto que trae consigo el consumismo para que podamos encontrar alternativas sostenibles. En los últimos años, se ha identificado que extraemos recursos naturales a nivel global en un 50% más que tan solo hace 30 años.
Y también es crucial recordar que no solo existe el consumo de productos y plásticos de un solo uso, sino que la alimentación es fundamental. El consumo de carne es uno de los problemas más importantes de nuestra alimentación. Una dieta alta en esta proteína ha convertido al planeta prácticamente en un espacio exclusivo para la ganadería.
Las alternativas a toda esta problemática se pueden encontrar generando conciencia a la hora de comprar. Como consumidores, tenemos el poder de cambiar la industria. Tú también puedes ser parte del cambio, conociendo y cuestionando lo que hay detrás de lo que nos ofrecen. Como jóvenes, tenemos el poder de crear un presente-futuro más sostenible.