La igualdad es un principio fundamental que todos debemos defender, en diferentes espacios, pero por sobre todo en nuestras instituciones educativas. Sin embargo, los hechos demuestran que no siempre se respeta este principio en las escuelas y colegios de nuestro país, como lo demostró un incidente que afectó a una adolescente de último año de bachillerato.
La siguiente es una historia real que muestra la necesidad de abordar la discriminación en nuestras escuelas y garantizar que todos los estudiantes tengan la oportunidad de aprender y crecer en un entorno inclusivo.
Todo comenzó en el día de la defensa, cuando una adolescente del último año de bachillerato se presentó vestida con el uniforme de gala, que consistía en pantalones y camisa de ao po’i, algo que había hecho a lo largo de toda su educación. Nunca había usado pollera, como las demás estudiantes, pero esto nunca fue obstáculo en su formación. Con las mejores calificaciones, la joven era destacada en la institución, y proactiva en todas las actividades.
Sin embargo, ese día, la directora tomó una decisión sorprendente. Le dijo a la estudiante que no escucharía su defensa debido a su elección de vestimenta, y pronunció un discurso discriminatorio sobre su orientación sexual antes de retirarse de la mesa.
El impacto en la adolescente fue devastador. Estaba tan afectada que no pudo defender su proyecto. Acto seguido, la madre de la joven fue informada por la directora de que su hija no se graduaría si continuaba vistiéndose de esa manera. Para agravar aún más, la situación la madre se vio obligada a firmar un documento renunciando al derecho de su hija a graduarse.
Conmovidas por estos actos de discriminación, la madre y la adolescente decidieron buscar justicia y se presentaron ante la Defensoría de la Niñez y Adolescencia de J. A. Saldívar.
La defensora pública enfatizó que la adolescente era una estudiante ejemplar, con calificaciones destacadas y una notable participación en concursos que representaban a su institución educativa, siempre vistiendo pantalones y camisa.
La abogada de la familia, presentó una medida cautelar de protección a favor de la menor ante el Juzgado de la Niñez. Fundamentó su solicitud en la Constitución Nacional, que garantiza el derecho a la libre expresión de la personalidad (Art. 25), la protección del niño (Art. 54) y el derecho a la educación y sus fines (Art. 43).
Tras muchas idas y vueltas, finalmente, la adolescente logró graduarse en pantalones.
Este incidente triste pero revelador nos recuerda la importancia de garantizar que todas las personas, sin importar su orientación sexual o elección de vestimenta, sean tratadas con igualdad y respeto en nuestras instituciones educativas. La discriminación escolar no solo afecta a los estudiantes en el presente, sino que también puede dejar cicatrices profundas en sus vidas futuras.
Padres y docentes deben ser conscientes de esta necesidad y además de generar espacios de debates, contribuir también a detectar y abordar el bullying escolar a tiempo. Esto es esencial para proteger a nuestros jóvenes y permitirles florecer en un entorno de aprendizaje seguro y equitativo.
Por: Kiara Suggastti (UNEPY, Central)